
Gracias a los libros del antiguo cabildo de Lima sabemos que ya desde 1544 se celebraba la fiesta del domingo de Cuasimodo. Los negros salían pintados y con máscaras de diablos para realizar danzas eufóricas y coloridas. Se desarrollaba en los tres días previos a la Cuaresma, que es un periodo en el que debía guardarse cuarenta días de ayuno y recogimiento antes de la Semana Santa.
Gente de todos los sectores sociales, disfrazados, enmascarados o con los rostros pintados, jugaba en las calles lanzándose agua en baldes o jeringas de zinc, chisguetes de agua perfumada y cascarones de huevos.
Para la década de 1920, durante el segundo gobierno del presidente Augusto B. Leguía, se inició un proceso de transformación del carnaval hacia un espectáculo de carros alegóricos y reinas de belleza, con fiestas en clubes o casas de familia, así como fiestas de fantasía en los balnearios de Ancón, La Punta y Chorrillos.
Las celebraciones se acompañaban oficialmente desde 1938 con la famosa “Canción del Carnaval” de Filomeno Ormeño. En 1958 se elimina los tres días de feriados, pero desde el 2020, la Municipalidad de Lima ha instaurado el Carnaval de Lima como parte del Calendario de la Identidad de la ciudad, y es nuevamente un espacio de encuentro y celebración entre los limeños.