
Con el paso del tiempo y el crecimiento de la ciudad, el río y sus alrededores empezaron a descuidarse, llegando al punto en el que hablar del río Rímac era sinónimo de abandono, perdiendo así su majestuosidad e importancia para Lima.

Río Rímac: @visitalima.pe
Hablar de Lima es hablar del río Rímac y su ribera. Una relación histórica que se remonta hasta los primeros pobladores de la ciudad, quienes se beneficiaban de sus aguas provenientes del nevado Palca para la agricultura, pasando por el virreinato donde, desde el puente de piedra, se podía cruzar de lado a lado o quedarse en medio a observar el pasó del río hablador. Y quizá, un dato curioso es que, en 1687, con la construcción de murallas se limitó a la interacción con el entorno natural del río, hasta que en el siglo XVII se crearon puertas y rampas que permitieron recuperar la vista hacia el río.
Actualmente, viendo la necesidad de devolverle a la ciudad este maravilloso espacio natural, la Subgerencia de Turismo realizó el ¨Proyecto Bicentenario para el desarrollo turístico inmediato de la ribera del río Rímac”, el cual se dedicó a recuperar un tramo de la ribera del río para transformarlo en un espacio público de recreación urbana y de uso turístico para los vecinos y visitantes del Centro Histórico de Lima.
La recuperación de la zona aledaña a la ribera del río Rímac, va desde la plazuela de Santa Rosa de Lima hasta el parque La Muralla, abarcando dos kilómetros de tramo aproximadamente, beneficiando 14 atractivos turísticos del Damero de Pizarro, incluyendo el cuidado de áreas verdes y mobiliario urbano, además de la instalación de señalética turística, un mural conmemorativo a Santa Rosa de Lima, el mantenimiento de la ciclovía y colocación de parqueos de bicicletas.
En este tramo ribereño existieron alamedas como la alameda de Acho, la alameda del Tajamar, Piedra Liza, Las Cabezas o el malecón Leguía. Hoy, existen lugares donde se realizan actividades recreativas y culturales que se pueden visitar a pie o en bicicleta como: el Parque Santa Rosa, la Alameda Chabuca Granda, la Casa de la Literatura o el Parque La Muralla.

Foto: Garreaud
A continuación detallamos algunos datos interesantes y atractivos turísticos cercanos a la ribera del río Rímac:
1. Pasaje de Los Camaroneros y el puente de Palos
Después de la fundación de Lima, el pueblo de indios camaroneros de San Pedro se situó en lo que hoy conocemos como el distrito del Rímac. En este lugar aún existe la calle Camaroneros, en honor a sus pobladores, dedicados a la extracción de camarones. Este pasaje termina en la Iglesia de Nuestra Señora de la Cabeza, ubicada justo al otro lado del río.
Cruzar este río no era nada fácil, por ello se construyó un puente de palos, que se localizaba frente a la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, por el que solo podía pasar una persona. Luego, durante el gobierno del virrey Marqués de Cañete, fue reemplazado por uno de piedra y ladrillo que se ubicaba cerca del actual puente de piedra.
2. La Estación La Palma del Ferrocarril Central
Cerca de esta zona se encontraba la estación La Palma, donde se podía tomar el tren que viajaba hacía el distrito de Ancón. Hoy solo quedan las vías del Ferrocarril Central del Perú, una obra de ingeniería construida entre fines del siglo XIX y principios del XX que permitió conectar Lima y el puerto del Callao con los pueblos de los Andes.
El ferrocarril tuvo una extensión de 489.6 km y con una altitud de 4,835 m.s.n.m. Esto lo mantuvo como el punto ferrocarrilero más alto del mundo hasta el 2006, cuando fue superado por el ferrocarril chino Qinghai-Tibet.
3. Muralla de Lima
Lima fue rodeada por una muralla de 5 metros de alto, 34 baluartes y 10 puertas de ingreso y salida, que empezó a construirse el 30 de junio de 1684, siendo virrey Melchor de Navarra y Rocafull, duque de la Palata, y terminada en 1687. Pero en 1867, durante el gobierno del coronel Balta, se inició su destrucción y su antiguo recorrido dio paso a las actuales avenidas Alfonso Ugarte, Paseo Colón y Grau.
En el parque La Muralla, inaugurado en el 2004, se pueden encontrar los restos de la antigua muralla y parte del tajamar recuperado, además de una envidiable vista del cerro San Cristóbal y el río Rímac.
4. Estación ferroviaria Desamparados
La estación ferroviaria debe su nombre a una antigua iglesia barroca llamada Nuestra Señora de los Desamparados, que fue construida en 1672. En este templo, el venerable jesuita Francisco del Castillo daba su sermón de las tres horas, que fue el antecedente del «Sermón de las 7 palabras», instaurado en el mundo católico.
En 1870, en el terreno de un inmueble virreinal que colindaba con la iglesia, se construyó una temprana estación de tren que desapareció a causa de un incendio. Poco después, el arquitecto Rafael Marquina proyectó la actual estación, inaugurada en 1912 y una de las primeras obras en la ciudad construidas en concreto y acero. La iglesia se demolió en 1938 para construir el Palacio de Gobierno.
5. Casa de la Literatura
El 20 de octubre del 2009, la estación de trenes de Desamparados se convirtió en uno de los centros culturales públicos más importantes del país: la Casa de la Literatura Peruana, donde se da a conocer el patrimonio literario del Perú y se promueve la lectura en la ciudadanía.
Esta edificación cuenta con la biblioteca Mario Vargas Llosa, en honor al escritor más representativo de nuestro país, así como una exposición permanente denominada “Intensidad y altura de la literatura peruana”, considerada un viaje por la historia de nuestras letras a través de las obras de renombrados autores nacionales.
6. El barrio de Monserrate
Este tradicional barrio le debe su nombre a unos monjes benedictinos, quienes fundaron una iglesia en honor a la virgen más venerada de Cataluña. Esta parte de Lima tiene historia religiosa: aquí nacieron y vivieron Santa Rosa de Lima y San Martín de Porras, y se fundó la parroquia de San Sebastián, una de las más antiguas de la ciudad.
Por las calles de Monserrate ingresaban los virreyes, quienes llegaban a tomar posesión de Lima. Además, en esta zona empezó a construirse la muralla que protegió la ciudad durante muchos años. Este lugar fue testigo de la construcción del ferrocarril Lima-La Oroya y del primer matadero de la ciudad, este último construido durante el segundo gobierno de Ramón Castilla.
7. Puente Santa Rosa
Probablemente varios puentes crucen el río y unan el Centro Histórico de la ciudad con el distrito del Rímac, siendo el puente de Palo, actualmente el puente Santa Rosa, por donde solía caminar doña Teresa Angulo, quien inspiró la canción “La flor de la canela” de Chabuca Granda.
El puente Santa Rosa fue inaugurado el 30 de agosto de 1960, por el entonces presidente de la República Manuel Prado, quien junto a su comitiva paseó a lo largo de todo el puente en un automóvil.
8. La alameda de Acho
Las primeras alamedas de la ciudad se construyeron en el antiguo barrio de San Lázaro, actual distrito del Rímac. Una de ellas fue la alameda de Acho, construida en 1738 en lo que era un lugar deshabitado y pedregoso que se expandía por el camino que dirigía al valle de Lurigancho y al que en aquel entonces llamaban Acho, palabra que podría provenir del árabe “hacho”, que hace referencia a un lugar elevado.
La alameda de Acho tuvo su máximo esplendor en 1766, cuando se inauguró la plaza de toros; esto propició que muchas personas disfrutaran caminar por este lugar. Tiempo después, en 1860, se colocó el monumento a Cristóbal Colón, escultura traída desde Italia que le dio un gran realce, pero, entre 1964 y 1971, producto de las obras de la vía de Evitamiento, la alameda desapareció.
9. Cerro San Cristóbal
Según la etnohistoriadora María Rostworowski, el curacazgo de Lima, existente antes de la llegada de los españoles, debió haber tenido una forma alargada que ocupaba la margen derecha del río Rímac, cerca del cerro San Cristóbal. Justamente en 1536 este cerro es el que tomarían las fuerzas de Manco Inca en su intento fallido por destruir la Ciudad de los Reyes.
Actualmente, el cerro San Cristóbal es un atractivo turístico ícono y mirador natural, donde está ubicado uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad, Leticia, cuyos vecinos migrantes de diferentes regiones del país se establecieron allí en 1933.
Definitivamente, la recuperación de este tipo de espacios públicos es un gran aporte a la oferta turística segura, diversificada y sostenible en la ciudad.